domingo, 22 de mayo de 2011

En la plaza del Sol: Insolación



Siendo consciente de que a miles de kilómetros la realidad llega distorsionada, por ahora, el análisis que más me ha convencido:


En cuanto a Euskal Herria, por una vez que casi tenemos una "democracia real", me parece que, los únicos que duermen en el Arriaga o en el Boulevard son los indignados del PSOE.

La verdad es que no confío demasiado en esta spanish revolution, pero como nos recordaba Fidel en su última reflexión: “mientras exista la vida de nuestra especie, toda persona tiene el deber sagrado de ser optimista. Éticamente no sería admisible otra conducta.” Porque confío en él y porque tengo la sensación de que en Plaça Catalunya el movimiento está definiendo un rumbo más claro, me agarro a la esperanza de que el poder popular pueda con los poderosos:

La multitud
Somos como el agua. Una gota sola pasa inadvertida. Resbala sobre el musgo. Cae sobre el suelo y desaparece hacia las entrañas de la Tierra. 
Así somos. Recorremos las sombras. Nos deslizamos por las hendiduras de las rocas. Unimos nuestros trayectos. Atravesamos las grutas. Nos juntamos a millones en las bóvedas de las profundas cavernas. 
Así somos. Avanzamos unidas en un solo cuerpo. Poderosas y versátiles, surgimos bruscamente a la luz rugiendo en los torrentes y ninguna roca puede oponerse a nuestra fuerza. 
Y, sin embargo, a nuestro paso renace en los prados la verdura y brota con ella infinitud de flores, los árboles de los bosques se cubren de tiernas hojas nuevas y en los huertos lucen las yemas de los que serán dulces y jugosos frutos. 
Así somos. Una persona sola pasa inadvertida. Los señores la ignoran. Desprecian su fuerza. Y la vida del solitario discurre en temeroso silencio. Pero cuando es la multitud la que avanza unida son ellos quienes tiemblan porque se sienten débiles y temerosos. 
Así somos. Unidos nuestros trayectos, somos la multitud que les intimida. Por eso querrían contenernos, dividirnos, encauzarnos y aislarnos según su conveniencia. Querrían que, para su beneficio, permaneciéramos como las aguas estancadas, en un mundo devenido en pútrido y malsano. Pero entonces, siempre, surgimos rugiendo bruscamente de nuevo a la luz, con una fuerza arrolladora ante la cual se saben impotentes, y sus murallas se derrumban y todo su mundo de opresión se destruye hasta los cimientos. 
Y, sin embargo, cuando quedan atrás los días de la cólera y la devastación, y nos deslizamos libremente, también llevamos la hermosura de la primavera a todos los rincones de la Tierra. 
Así somos. Como el agua. Humilde e invencible. Verdaderamente poderosa. 
(Texto integrado en la instalación Los guerreros del agua de Aldo Cardoso, presentada en el contexto de la exposición colectiva Aigua, una mostra fotogràfica, Amics de les Arts i Joventuts Musicals, Terrassa, 2011)

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